El Caldero - Útero - Reflexión Mística
- Sofia Ovandi
- 24 nov
- 2 Min. de lectura
“El Caldero-Útero” — Reflexión Mística
Por Sofia Ovandi - ASKLISHEBA.
En el corazón del bosque, el caldero respira.
Su humo violeta se eleva como un susurro antiguo,
como si contara historias que solo recuerdan
las almas que alguna vez estuvieron muy cerca del origen.
Porque un caldero no es solo un objeto.
Un caldero es un símbolo.
Y detrás del símbolo vive un misterio más grande:
el útero, el primer santuario,
el espacio donde toda magia comienza.
Así como el caldero calienta, transforma y gesta,
el útero materno sostiene, envuelve y convierte la nada en vida.
Ambos son recipientes sagrados donde lo imposible se vuelve posible.
Ambos guardan fuego abajo y silencio arriba.
Ambos conocen el lenguaje de la alquimia.
En esta imagen, las hierbas —romero, lavanda—
abren camino a la memoria de lo femenino profundo.
El humo violeta asciende como una oración antigua,
como si fuera el eco de todas las mujeres que,
desde el inicio del tiempo,
han encendido un fuego interno para crear, sanar y renacer.
El caldero es entonces un recordatorio:
tu cuerpo es magia, tu vientre es templo, y tu energía creadora es ley universal.
En ti existe el poder de la transformación,
el mismo que convierte semillas en bosques,
suspiros en plegarias,
y oscuridad en luz.
Cada vez que miras un caldero encendido,
recuerda tu propio útero simbólico:
ese espacio dentro de ti donde se gestan sueños,
donde tus heridas encuentran calor,
donde la mujer que eres se vuelve la mujer que estás por ser.
Porque toda mujer lleva un caldero adentro.
Uno que arde sin quemar.
Uno que transforma sin destruir.
Uno que recuerda:
Eres origen.
Eres creación.
Eres magia encarnada.
Comentarios